Mi mamá tenía razón sobre vos (24)
Vigesimocuarto borrador / idea inconclusa / texto viejo que comparto acá antes de tirarlo en la papelera para liberar espacio en el drive.
Jaime vino a este bodegón porque en este bodegón, una noche le pareció haber visto a un tipo parecido al que su novia le chupaba la pija en ese telo cerca de Parque Centenario. Hoy no parece estar presente, por ahora. Jaime no se decide entre ojo de bife y bife de chorizo. Puede pagarlo porque SWEET MASTER ganó la carrera por 9 cuerpos a pesar de estar corriendo en césped por primera vez.
Reconoció al mozo porque iba con él a natación en el Club Quilmes Oeste. No pasó la revisación pero se quedó viendo a los afortunados desde el borde. Jaime anotaba en un cuaderno a todos los nadadores que se rascaban la cabeza más de 3 veces. Luego lo notificaba en una carta anónima destinada a la junta directiva del club (que nunca leyó sus cartas).
El mozo se rascaba la cabeza pero pasaron los años y no es aquel que era (ahora no se rasca la cabeza). Jaime tampoco es aquel que era (en algún momento de su vida supo elegir entre ojo de bife y bife de chorizo). El mozo le pregunta que va a pedir y Jaime le contesta por cuarta vez que no sabe. El mozo da la media vuelta. Se detiene en la mesa de al lado y para Jaime es inevitable escuchar la conversación. El comensal tiene cara de Hugo y el mozo tiene cara de mozo.
Mozo: ¿Cómo anduvo la comida?
Hugo: Bien, bien pero… -se rasca la barba pensando la frase por una cantidad incómoda de segundos- no, nada.
Mozo -se lo queda mirando-: ¿Seguro?
Hugo -suspira-: Si… Pasa que… -se saca los lentes y empieza a limpiar los cristales- no nada
Ambos guardan silencio. Hugo le esquiva la mirada al mozo.
Mozo: Bueno.
Hugo: Bueno.
Mozo: Pero después no quiero reclamos
Hugo: ¿Reclamos?
Mozo: …porque me decís “no nada”, “no nada” y en el fondo si te pasa algo pero no me lo decís y querés que adivine lo que te pasa.
Hugo: Estuvo rico, olvidate.
Mozo: ¿Olvidate? -suspira- No sé… Siento que…
Hugo: ¿Qué?
Mozo: Siento que mi mamá tenía razón sobre vos…
Hugo: No traigas a tu mamá a la charla
Mozo: Entonces decí lo que sentís, ¡expresate!
Otros comensales miran de reojo.
Hugo: Está frío. Vino frío. Ni siquiera tibio, estaba frio.
Mozo: Ah bueno…
Hugo: ¿Qué?
Mozo: Ahora te preocupa la temperatura de la carne.
Hugo: Siempre me preocupó la temperatura de la carne.
Mozo: Vos sabés que tengo muchas mesas
Hugo: Si
Mozo: Que no doy a basto
Hugo: Si
Mozo: Corro de acá para allá, toda la noche, tratando de que a todos les llegue su plato caliente, pero a veces
Hugo: Ya se, ya se todo. Por eso no quería…
Mozo: ¡Pero si el señorito quiere el plato caliente! Bueno…
Hugo: No empecés a hablarme así, la gente está mirando.
Mozo: ¡Y que miren! Como vos también mirás. Porque te vi mirando. ¡Te vi!
Hugo: ¿Qué cosa viste?
Mozo: Te vi mirando otros bodegones, babeando como un boludo en sus fachadas, oliendo sus parrillas.
Hugo: ¿Me estás siguiendo por la calle?
Mozo: ¡No lo negás!
Hugo: Bajá la voz.
Mozo: Te vio todo el barrio, con la boca abierta, asomándote en El Desnivel, El Obrero, incluso en esa parrillita de Boedo en la que hierven el matambre…
Hugo: No te pongas así
Mozo: Me pongo como quiero
Hugo: No estoy comiendo en otro bodegón
Mozo: ¡No me mientás!
Hugo: Me preguntaste como estaba, primero querés que te diga lo que siento y después… ¿Sabés qué? Traeme la cuenta.
Mozo: Ya empezaste con ese tono.
Hugo: ¿Qué tono?
Mozo: Ese tono soberbio. “Traeme la cuenta”.
Hugo: Pero tengo que pagar
Mozo: ¿Eso querés no? Estás desesperado por pagar y salir corriendo.
Hugo: Bueno traeme un postre.
Mozo: ¿vos te escuchás cuando hablás? ¿De la manera que me hablás? ¿A los mozos de los otros bodegones también les hablas así?
Hugo: ¡Que no voy a otros bodegones, no se como decirtelo, ya!
Mozo: Que te traigo.
Hugo: Un helado.
Mozo: Bien frío te lo voy a traer, quedate tranquilo.
El mozo se va caminando apurado. Cinco o diez minutos tarda Jaime en animarse a ser otra persona. En un momento se pone de pie, se acerca a la barra y frena al mozo en seco, justo cuando acababa de agarrar un plato.
Jaime: Discúlpame.
Mozo: Perdón pero no puedo
Jaime lo agarra de los hombros.
Jaime: No. Escuchame.
Mozo: Bueno rápido.
Jaime: Yo sé que… No. Mirá la verdad que… A ver, uno está creando constantemente su realidad.
Mozo: Necesito entregar esto flaco.
Jaime: ¡Pará! Es importante. Mirá, yo sé que no me conocés, pero… Estoy buscando a esta persona.
Jaime le muestra una foto. El mozo deja el plato y la agarra. Se la acerca a la cara.
Jaime: ¿Lo conocés?
Mozo: ¿Qué te importa?
Jaime: Mucho.
Jaime abre el cierre de su riñonera y le muestra el interior al mozo.
Mozo: Viene cada tanto.
Jaime: La próxima vez que lo veas, chiflá. Te dejo la foto, atrás tiene escrito mi número de teléfono.
Jaime se va del bodegón sin pagar. El mozo se queda un rato viendo la foto. Cuando vuelve a la mesa de Hugo el helado ya está derretido.